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jueves, 15 de octubre de 2020

El altruista eléctrico. Cartas y escritos de Nikola Tesla

 


El altruista eléctrico



Daniel Veloso

Durante la entrega de la medalla Edison, el 18 de mayo de 1917, el inventor servo-croata Nikola Tesla (1856-1943) contó el secreto de su poderosa imaginación: desde niño "podía recrear objetos a mi antojo de forma real y tangible". En su cama, a oscuras, "veía imágenes de objetos y escenas con un despliegue de luz". Éstas siempre eran de objetos que él había visto antes, como de un ataúd que vio en un funeral. Para librarse de esta imagen que lo atormentaba, cada noche fijaba su mente "en algún otro objeto que hubiera visto y así me proporcionaba algo de alivio".

 

 

Ya de estudiante de ingeniería, cuando comenzó a diseñar motores y transformadores, descubrió "que podía visualizar mis concepciones sin necesidad de dibujos ni modelos" y que "los ensamblaba y los manejaba en mi mente". Lo llamó, su método de "materializar ideas". Ni bien tenía una idea comenzaba a construir el objeto en su mente. En su discurso dijo que era lo mismo manejar sus inventos "en el pensamiento" que en el taller y que siempre éstos funcionaron tal como se los había imaginado. En 1888 mientras paseaba junto a un amigo por un parque de Budapest, ese entrenamiento mental daría sus frutos.

 

 

Tesla contó que al ver al sol ocultándose tras el horizonte se puso "eufórico" y comenzó a recitar versos del poema "Fausto" de Goethe, que se sabía de memoria. En ese momento tuvo otro de esos curiosos "relámpagos" mentales que lo dejaban paralizado. En su mente vio la máquina completa funcionando, con cada uno de sus componentes. Tomó un palo y dibujó en la arena un diagrama de lo que sería su motor de inducción polifásico o de campo rotatorio. Este tipo de motor resultó fundamental para la industria y es usado hasta hoy en bombas, grúas y montacargas.  

 

 

ACCESO UNIVERSAL.  Tesla era ante todo un inventor o, como gustaba llamarse, "un descubridor". En Estados Unidos, país al que emigró desde Europa, inventó el control remoto, la radio y el sistema de transmisión de corriente alterna para la represa hidroeléctrica de las cataratas del Niágara, la primera en su tipo. También diseñó máquinas muy curiosas, como un gran armatoste con el que afirmaba haber aliviado los dolores de espalda a su amigo Mark Twain. Otros inventos sólo estuvieron en su mente y no pasaron de anuncios espectaculares en la prensa, como "el rayo de la muerte", que podía ser usado para derribar "máquinas voladoras". Basta realizar una búsqueda en Internet para comprobar la gran popularidad de Tesla. En parte, ésta se debe al proyecto del inventor de transmitir energía eléctrica a través de la ionósfera, una capa de la atmósfera, para todos los habitantes del mundo. Además funcionaría como una red de información "para transmitir imágenes y textos". 

 



Tesla imaginaba que su red eléctrica inalámbrica alimentaría de energía a todo tipo de transportes, eliminando así el uso del petróleo. Sus admiradores opinan que si su sistema hubiera tenido éxito, el mundo no tendría los graves problemas actuales, como el cambio climático. Por otro lado, se lo ve como un soñador y como un mártir echado a un lado por el despiadado sistema capitalista. Motivos suficientes para que su delgada figura aparezca una y otra vez en la cultura popular. Son apenas ejemplos las películas El secreto de Nikola Tesla, de 1980, con Orson Welles interpretando al banquero J.P. Morgan; El gran truco, de 2006, dirigida por Christopher Nolan, con David Bowie en el papel de Tesla; o la novela de Jean Echenoz Relámpagos (Anagrama, 2012). Sin embargo, más allá de las buenas intenciones de Nikola Tesla, existen argumentos que explican que su red no era posible, debido a que las pérdidas de energía eléctrica por transmisión inalámbrica son mucho más grandes que las que tienen las redes eléctricas mundiales. 




PIEZAS PARA ARMAR. Firmado: Nikola Tesla, del periodista español Miguel A. Delgado, acerca al lector varias de las cartas del inventor, muchas enviadas a sus familiares, en las que describe sus proyectos, y otras que documentan su relación con los poderosos millonarios de Nueva York. En una de ellas, dirigida al banquero J. P. Morgan, Tesla, desesperado, le ruega que cumpla con la promesa de financiar su proyecto de Wardenclyffe. Después de los experimentos eléctricos que realizó en 1899 en su laboratorio de Colorado Springs, Tesla había comenzado a construir un laboratorio y una torre de transmisión en Long Island, desde donde pensaba comenzar su red global de electricidad. Sin financiación el proyecto se terminó. También con las cartas se pueden reconstruir episodios como "la guerra de las corrientes", donde se enfrentó a Thomas Alva Edison en una disputa que lo vería triunfador y que haría que el mundo optara por la corriente alterna en lugar de la corriente continua. 

 

Hugo Gernsback

 

El libro además contiene una cronología, varias biografías de personajes importantes del drama, como George Westinghouse o Guglielmo Marconi, y una selección de artículos escritos por Tesla en la segunda mitad de su vida. Éstos aparecieron en diarios y en revistas científicas como la Electrical Experimenter de Hugo Gernsback, el inventor del término "ciencia ficción".


UN SUEÑO DERROTADO. El proyecto de Tesla comenzó a derrumbarse el 6 de diciembre de 1901, cuando Marconi logra la primera transmisión inalámbrica a través del Océano Atlántico convirtiéndose "en el héroe del momento". El compilador se queja de la terquedad de Tesla por no escuchar los informes que le llegaban de que Marconi estaba usando sus patentes. Quizá desechó estas advertencias por la confianza que tenía en que su "tecnología electromagnética traería una era de paz y estabilidad" al mundo. Pero al no poder demostrar sus ideas, Tesla cayó en descrédito, sufriendo incluso una crisis nerviosa. La prensa y aquellos que lo adulaban rodearon a Marconi. Para colmo se le concedió al inventor italiano el premio Nobel de Física en 1909. Desesperado, Tesla inició un juicio que terminará recién en 1943, donde se le reconocerá como inventor de la radio.

 

 

Luego del fin de Wardenclyffe, Tesla buscará inversores para sus nuevos inventos como un avión de despegue vertical, pero sin poder volver a su viejo proyecto. Es en ese período de su vida que escribe artículos y envía cartas a los diarios. Pero ya había pasado su hora y se convirtió en un hombre dominado por sus obsesiones, como la higiene extrema, o cuidar palomas heridas en la habitación del hotel donde vivía. Los discursos y artículos del libro dan pistas de sus ideas sin concretar, como el "rayo de la muerte", que ha dado pie a varias teorías conspiratorias.

 

 

Otros tratan sobre sus intentos por comunicarse con civilizaciones extraterrestres; intentos que son calificados de delirantes, cosa que parece exagerada si se piensa que a comienzos del siglo XX era común creer que Marte estaba habitado. Tesla declaró que durante sus experimentos realizados en 1900 en Colorado Springs recibió comunicaciones del espacio exterior. De alguna manera se anticipó a la idea de la búsqueda de señales de civilizaciones extraterrestres, algo que luego desarrollaría el proyecto SETI. Delgado también destaca el altruismo de Tesla y de que si hubiera realizado sus ideas el mundo sería mucho mejor. Tal vez por tener su familia lejos en Yugoslavia, fue que le surgió la idea de enviar electricidad a través del océano. Idea nada descabellada, proviniendo de un inmigrante solitario.

FIRMADO: NIKOLA TESLA. Escritos y cartas, 1890-1943; Edición de Miguel A. Delgado; Turner, 2012. Madrid, 241 págs.


Esta nota salió publicada el viernes 27 de diciembre de 2013 en El País Cultural.


Mark Twain en el laboratorio de Tesla



En El taller de Jar se encuentran las notas
 publicadas en El País Cultural, además de un índice.


Gracias por leer.



 

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 Actualizada el 28 de octubre de 2020